Desde que en el mundial de 1994, la selección de Rumanía alcanzó los cuartos de final siendo considerado el 6º mejor combiando nacional del mundo, la selección de los Cárpatos no había vuelto a dar señales de vida. Y aunque no parece que, como grupo, vaya a resurgir a corto plazo, tenemos ciertos brotes verdes que se pueden analizar, y ALEXANDRU MAXIM es el más prometedor de ellos (junto con el delantero del Inter Georghe Puscas (19 años) y Cristian Manea, del FC Viitorul Constanta, convocado para la absoluta con tan sólo 17 años)
El jugador que vamos a analizar desde aquí es un mediapunta de muchísima calidad que juega en el VFB Stuttgart. Con una altura de 1,77 m. y un tren inferior muy fuerte, muy al estilo de jugadores como Modric o Verratti. Se trata de uno de esos jugadores que, en ocasiones (más de las que nos gustaría decir, por desgracia), utiliza recursos de esos que son, a todas luces, más estéticos que prácticos, que cuando salen bien, nos muestran una imagen muy plástica y artística, pero que desquicia a la grada cuando sale mal, debido a que, hasta el menos entendido de la afición sabe que podría haber conservado el balón y continuado la jugada de algún modo más sencillo. Desde aquí somos de la opinión de que, los malabaristas, al circo. El fútbol es sencillez en un 98%. Por muy bueno que se sea manejando un balón, con eso, sólo se domina el 2% de éste deporte.
Pero no todo es negativo en este jugador. Cuando se controla en lo de utilizar el 'jogo bonito', se convierte en un jugador especial, de los que hay pocos. Uno de esos que dan dinamismo a una transición porque a uno o dos toques es capaz de que el balón pase por el como si no lo hubiese tocado ningún jugador, imprimiendo por tanto mucha velocidad al juego. En ese sentido, recuerda mucho a jugadores como Pirlo en su etapa de mediapunta o, salvando las distancias, a Kaká (al del último gran Milan, por supuesto). Con una conducción a pocos toques y con un muy buen acompañamiento de las jugadas.
Como dato curioso, se trata de un jugador cuya formación se produjo, en parte, aquí en España. Con 19 años, jugó en el R.C.D Español B para ser fichado al año siguiente por el F.C. Badalona (participando así en la 2ª B española). De ahí, volvió al impronunciable CS Pandurii Târgu Jiu rumano y, tras debutar con la selección absoluta, el Stuttgart apostó por él. Y no parece que se hayan arrepentido de esa decisión porque, hoy por hoy, ha conseguido asentarse en la titularidad de un equipo de media tabla en una de las mejores ligas de Europa.
En resumen, un jugador bueno, que si fuese lo suficientemente inteligente como para tirar de recursos estéticos como medios para resolver una situación y no como fin estético en sí mismo, en mi opinión, podría llegar a ser uno de los mejores del mundo. El problema principal es que, con 24 años, sigue exactamente igual que cuando debutó con Rumanía. No se aprecia evolución y, en parte, se debe a que lo único que necesita es aprender cuando hacer las 'florituras'. Por este motivo, creo que se tratará de uno de esos futbolistas que despuntan tarde para tener 2 o 3 años entre los 20 mejores del mundo. Porque si llegase a atajar ese enorme handicap, tenemos la impresión de que, cuando lo haga, probablemente ya sea demasiado tarde. Pero eso sólo el tiempo lo dirá.
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